Buscamos contribuir a una articulación y construcción común de la resistencia, partiendo de un apoyo militante a las luchas y experiencias de los pueblos que enfrentan aquí y allá el avance de los agronegocios. Impulsamos la construcción de un colectivo abierto a otras personas y organizaciones que busquen un espacio de debate, acción y resistencia contra el modelo de los agronegocios como expresión del capitalismo, que busca instalarse a costa de las vidas y esperanzas de los pueblos con el envenenamiento con agrotóxicos, con el patentamiento de los alimentos y con una “agricultura sin agricultores”, expulsándolos hacia el hacinamiento y la miseria en las grandes ciudades. Frente a esto, que no es más que un nuevo corolario en continuidad con una conquista que hace 500 años ancló en América Latina, queremos sembrar otras semillas, semillas de rebelión.
La lucha por las fumigaciones en Santa Fe
Una de las aristas más visibles de la perversidad del modelo de agronegocios es la relacionada con las fumigaciones y sus terribles consecuencias en la salud.
Cáncer, alergias, malformaciones en recién nacidos y abortos espontáneos, problemas respiratorios; son algunos de los problemas cotidianos de aquellos que viven en zonas aledañas a los campos donde se fumiga. Y esto no ocurre exclusivamente en zonas rurales. En la ciudad de Rosario, las y los vecinos del barrio Hostal del Sol padecen las consecuencias de los agrotóxicos por vivir en las inmediaciones del aeropuerto. Pero ¿Qué tiene que ver el aeropuerto con esto? Parte de sus terrenos son alquilados para sembrar soja y así financiar las pérdidas que éste produce. Entonces vemos como el monocultivo soja transgénica, por las altas ganancias que genera, se utiliza cada vez en más lugares, como una especie de comodín. Un comodín bastante peligroso por cierto.
Así como vemos la urgencia de frenar las fumigaciones que nos enferman y contaminan nuestro aire, agua y suelo, consideramos que el desafío está en cambiar este modelo productivo de agronegocios y sojización, que lejos de generar “progreso” para la sociedad, explota nuestros bienes comunes y arrasa con la biodiversidad, provoca miseria y exclusión mientras fomenta la concentración de la riqueza, nos empobrece culturalmente ya que destruye la ancestral relación entre el hombre y la madre tierra y nos imposibilita a alcanzar la soberanía alimentaria.
Es por todo esto que en la provincia de Santa Fe, junto a varias organizaciones y vecinos autoconvocados, venimos trabajando en conjunto, con la confianza de que “las cosas no son así, están así” y vamos a cambiarlas. El 4 de noviembre pasado estuvimos en la ciudad de Santa Fe, en una jornada de difusión contra el uso de agrotóxicos. Gracias a la “Carpa Verde” que se instaló frente a la Gobernación y a la difusión que se hizo en los medios, luego de dos pedidos de audiencia con el Gobernador Hermes Binner, conseguimos finalmente que éste nos recibiera. En esta reunión, así como en la que tuvimos luego con la Vicegobernadora y los jefes de distintos bloques de Senadores, les planteamos la problemática de las fumigaciones, que si bien no desconocen, parecen no tener en cuenta y les exigimos una respuesta. A su vez les entregamos tres petitorios que sumaban casi 16.000 firmas en total en los cuales se pedía básicamente que frenen las aspersiones con pesticidas. El año pasado en la comuna de San Jorge el Juez Tristán Martínez dictó un fallo ejemplar donde prohibía para esa comunidad cualquier tipo de fumigación a menos de 800 metros terrestres y 1.500 metros aéreos del ejido urbano. Nuestro pedido consistía en que se tenga en cuenta este precedente y se extendiera la medida a toda la provincia. Pero los intereses en juego son muy poderosos como para contemplar “la salud”. Y así nos encontramos al día de hoy, con una legislatura provincial que tiene a medio aprobar la reforma de la ley 11.273, que establece finalmente una línea agronómica para limitar las fumigaciones, en el caso del glifosato a 500 metros terrestres y 1.000 metros aéreos, pero que actualmente se está discutiendo en Senadores porque se quiere disminuir la cantidad de metros. Si bien esta ley nos parece insuficiente, es un resguardo para aquellos que sufren a diario las aspersiones tóxicas y exigimos que se apruebe de inmediato, considerando que ya comenzó la campaña de siembra y nos están envenenando en cantidad. Quedan sonando en nuestros oídos las palabras de la Vicegobernadora Tessio y el Senador Zabalza que se comprometieron a dar una respuesta inmediata a este problema.
Pero la lucha no se agota en la disputa legal. Apoyamos y acompañamos a quienes deciden parar el envenenamiento constante poniendo el cuerpo literalmente, ya sea frenando los mosquitos cuando están por salir a fumigar, soportando la judicialización de la defensa de la vida teniendo que cargar con causas penales, ya sea iniciando una huelga de hambre para que el Defensor de Pueblo de la Nación atienda el pedido de cambio de clasificación de los agroquímicos, para impedir que nos rocíen con venenos etiquetados como “inocuos”. Y estamos convencidos que hay que sumar fuerzas, unirnos con las comunidades de otras provincias que padecen los mismos males que Santa Fe, porque lamentablemente nos somos los únicos… Pero felizmente no estamos solos. Hay pueblos enteros que están dando una admirable lucha contra este modelo de saqueo y contaminación y defendiendo la vida y la soberanía alimentaria. Y hacia ese horizonte seguiremos caminando.
¡¡Arriba las y los que luchan!!
Plan IIRSA: la integración del modelo extractivo-contaminante
La implantación del neoliberalismo desde hace varias décadas repercutió enormemente en las dinámicas del intercambio mundial, perjudicando más profundamente a los pueblos más pobres del planeta. En América Latina, implacablemente impuesto bajo el ala de sangrientas dictaduras, el modelo neoliberal trajo aparejados dramáticos cambios en las políticas económicas de nuestros países, sumiéndolos aún más en una grosera dependencia de los poderes económicos globales y poniendo a sus pueblos en una situación alarmante, caracterizada por la desocupación, la exclusión, el hambre y la miseria más abyectas. Asimismo, el histórico saqueo insaciable de nuestros bienes comunes adquirió un nuevo impulso, devastando las fuentes de vida de nuestros territorios a través de mega-proyectos mineros a cielo abierto y diversos monocultivos extensivos.
En este marco, los poderes económicos y políticos confluyen en la necesidad de facilitar la extracción de “recursos” para las empresas transnacionales y los agentes económicos globales. La necesidad de una “integración física” del continente responde a los imperativos del mercado mundial, que requiere, además de las tan preciadas “materias primas”, unos costos mínimos que garanticen la tan mentada “competitividad”. Por lo tanto, una infraestructura integrada para la rápida circulación de los “recursos naturales y humanos” deviene una estrategia fundamental para los negocios (y negociados) de los pocos beneficiarios de este modelo extractivo.
Un mega proyecto a espaldas del pueblo
Tal proyecto ya es una realidad. El Plan IIRSA (Iniciativa para la Integración de Infraestructura de la Región Sudamericana) es el acuerdo que en 2000, en una cumbre de presidentes en Brasil (auspiciada por el entonces presidente F. H. Cardoso), se firmó con el fin de llevar a cabo la tan “necesaria” integración. Ésta comprende a sectores tan estratégicos como el transporte (terrestre, aéreo y fluvial, así como puertos e hidrovías), la energía (oleoductos y gasoductos) y las telecomunicaciones (tendidos eléctricos y de fibra óptica). Incluye, a su vez, una cartera de 510 proyectos por un monto estimado en casi 75000 millones de dólares a fines de 2009. Un monto astronómico, que seguramente será financiado con una abultada deuda externa para nuestros países. Por si quedara alguna duda en esto, nótese el impulso y el respaldo al IIRSA por parte de organismos financieros internacionales como la Corporación Andina de Fomento (CAF), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA).
Así como el ALCA y los TLC buscaban homogeneizar las estructuras jurídicas y los acuerdos comerciales de Latinoamérica, propiciando la subordinación de sus Estados y la desregulación en los mercados, el IIRSA representa su complemento, la otra cara de la moneda en cuanto a la infraestructura. La diferencia radica en que el Plan IIRSA se está llevando adelante a espaldas de la opinión pública en general. La cartera de proyectos se viene implementando silenciosamente, de forma fragmentada, como “proyectos de obra pública” aparentemente aislados, para luego ser integrados y empalmados. De esta manera, se ocultan las implicancias más globales del IIRSA, desconectando sus eslabones con el fin de minimizar un cuestionamiento más general de la estrategia por parte de las sociedades afectadas.
El impacto destructivo que estos emprendimientos conllevan vuelve a caer, una vez más, sobre los sectores más vulnerables y empobrecidos de nuestro continente, entre ellos, los pueblos indígenas y campesinos que viven en territorios ricos en agua, minerales y biodiversidad. Autopistas, hidrovías y gasoductos, entre otros, traen consecuencias devastadoras, por ejemplo, para los pueblos que viven en la selva amazónica, para los pescadores sobre las costas del río, o para las poblaciones de las altas montañas.
El IIRSA en Argentina y en Rosario
La Argentina es uno de los actores más enérgicos en la ejecución de la iniciativa IIRSA. Su territorio es atravesado por el 50 por ciento de los 10 ejes de integración que a ésta conforman, y el 20 por ciento de los proyectos tienen como una de sus contrapartes al Estado argentino. Entre estos últimos, algunos de los más importantes son el Gasoducto del Noreste Argentino (en torno al cual giró el escándalo de corrupción del “Caso Skanska”), las plantas hidroeléctricas Garabí y Corpus Christi, la remodelación de la ruta nacional 14 y la hidrovía Paraná-Paraguay.
Esta hidrovía representa uno de los pilares más importantes del plan de saqueo, ya que sobre sus aguas y desde sus puertos parten diariamente toneladas de soja y minerales en bruto con destino a las economías centrales. En el marco del IIRSA, se busca redimensionar la flota de navegación y mejorar la infraestructura portuaria, con el fin de abaratar los costos al máximo posible. Asimismo, se prevé optimizar la navegabilidad del río a través del dragado permanente, el ensanchamiento y “enderezamiento” de sus cauces e incluso el dinamitado de los afloramientos rocosos que impedirían el pasaje durante la estación seca. Esto acarreará fuertes impactos socioambientales, como crecientes más rápidas y grandes, aumentando el riesgo de inundaciones y desalojos para las poblaciones aguas abajo, así como sequías más prolongadas e intensas.
En nuestra región, el IIRSA también ha hecho pie. Desde el ya proyectado puente Santa Fe-Paraná, que busca principalmente agilizar la circulación de camiones repletos de carga, hasta las recientes exposiciones de la Municipalidad de Rosario en la Expo de Shanghai, donde se hizo gala de las dinámicas productivas relacionadas con el río y de las políticas apuntadasal mejoramiento de los puertos y del eje productivo agro-industrial, el Plan IIRSA está, valga la redundancia, en los planes de los gobiernos provincial de Santa Fe y municipal de Rosario.
Ciudad de Rosario. Santa Fe. 10 de noviembre de 2010
semillasderebelion@hotmail.com
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